El autor se fija en el seguro de defensa jurídica como ejemplo para ilustrar el papel que deben cumplir las entidades aseguradoras ante la juridización de la sociedad. Aboga por evolucionar desde el seguro de protección legal tradicional, centrado en una cobertura puramente indemnizatoria y consultiva, hacia un producto más amplio, donde la cobertura de asistencia jurídica preventiva cumpla un papel central. De este modo, se crea valor en productos aseguradores, incorporando servicios adicionales que son percibidos por la sociedad positivamente. Estos servicios son, además, una fuente de diferenciación que permitirá a aquellos que los incorporen ganarse la confianza de sus clientes.