El autor ensalza el cambio profundo que se produjo en la percepción de la crisis europea el pasado verano, cuando el compromiso de las autoridades continentales en apoyo al euro se tradujo en la propuesta de medidas concretas, tanto del Banco Central Europeo como de las autoridades políticas de la UE. Eso acabó con el riesgo de ruptura de la moneda única. En su análisis, el articulista aprecia en Europa una división entre gobiernos en la medida que Alemania parece preferir que las medidas se pospongan por razones electorales y que harán lo posible por retrasarlo hasta después de otoño. Pero resulta muy difícil porque mientras tanto se deben seguir acometiendo cuestiones, como por ejemplo la unión bancaria. La solución menos mala para Merkel es un paquete de rescate conjunto para todos y lo antes posible, así tendrían tiempo suficiente para que la situación se relajara antes de sus propias elecciones. En conclusión, considera que las decisiones europeas van a depender cada vez más del calendario electoral alemán. Por eso, es muy probable que sea necesario un nuevo estallido en los mercados para que los líderes europeos den los pasos necesarios y el momento ideal para ello parecen ser los primeros meses de 2013.