La sentencia tiene su origen en la agresión con un cristal que recibe el usuario de una discoteca por parte de otro cliente, a resultas de la cual, aquel queda con graves secuelas, entre ellas, la pérdida de visión en un ojo. El agresor es condenado por el juzgado de lo penal como autor responsable de un delito de lesiones y a pagar una indemnización a la víctima, absolviéndose en cambio al titular del establecimiento de la responsabilidad civil que le era reclamada.
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