Desde el 1 de enero de 1999, el mercado europeo de capitales cambiará radicalmente, pues las inversiones realizadas, sea cual sea el país de origen de los activos, no tendrán riesgo de cambio y sus precios y retribuciones, al estar formulados en euros, serán transparentes. Las compañías deberán hacer un importante esfuerzo en formación de personal, que según un informe de Icea tendrá un coste de 1.700 millones de pesetas. En España cada compañía adoptará una política para adaptar sus pólizas al euro, aunque hay criterios generales como son la continuidad de contratos, el redondeo para la conversión de euros a pesetas y la posibilidad de poder girar o recibir cheques en euros en el periodo de adaptación de esta moneda, con la cual no se podrá pagar en metálico hasta el uno de enero del año 2003. Por otra parte, los analistas opinan que la moneda única aumentará la competitividad del sector asegurador e impulsará la concentración de las compañías.